miércoles, 16 de octubre de 2013

RENACER

Anochece. Escucho como las ramas del arce dominadas por el viento golpean los cristales de la ventana del cuarto. Hoy hay como un presagio de lluvia.
Las hojas se revuelven agitadas mostrando unas veces la cara, otras el revés...
A mí siempre me ha gustado más la parte del revés. En ella, se ve claramente su carácter, la fortaleza de su nervadura, el apunte de sus enfermedades, el ataque de las plagas...
La parte superior es de una belleza lisa que disimula sus debilidades y sus defectos. Los encubre brillando mas y esbozando apenas el sentido de sus vías. Sin embargo ambas caras se marchitan a un tiempo y caen ajadas, alfombrando el suelo de noviembre.
Me giro en la cama con dificultad, mi campo visual se centra ahora en la aséptica pared, iluminada por la luz que entra de la calle y que proyecta el desenfrenado baile de las hojas en ella. El ruido que éstas producen coartan mi encuentro con el sueño pero yo, a pesar de mi estado febril, me resisto a perder la consciencia.
No quiero perderme el encuentro contigo, ese que se produce desde hace un tiempo y últimamente cada noche.
¡Por fin! ya siento la suave brisa que te precede y que acaricia mi rostro como el vuelo de una mariposa, escucho tus pasos tenues, tu susurro en mi oido, tu respiración contenida, percibo la humedad de tus labios posándose en los míos...
Intento verte, pero ante mis ojos sólo están las sombras del arce reflejadas en la pared. No importa, porque ahora posas tu mano en mi vientre con suavidad y mi dolor desaparece. Tú me das la fuerza que necesito, y como en un ritual, me transportas a un mundo singular y desconocido.
Me siento como nunca antes. No hay lujuria en tus caricias, es algo inexplicable, no puedo verte y te siento, como siento la necesidad de esperarte y de entregarme a tí. Es ésta una felicidad nueva y desconocida. ¿Quién eres que me haces tanto bien?
Las hojas gimen con un crujido bajo mis pies. Levanto la vista y veo el arce que forma un caprichoso paraguas sobre mi cabeza. Desde aquí veo la ventana de la habitación que ocupé, la reconozco entre las numerosas que forman la fachada del hospital. Allí se quedó mi cuerpo frio e inerte como una hoja marchita.
Es un dia gris de otoño. No importa, hoy has entrado en mí, me has poseído como nunca hasta ahora.
Siento como si una savia renovadora corriera por mis venas. Empiezo un nuevo ciclo vital, no sé en que forma, pero sé que volverás a mí cuando finalice el recorrido y me abrirás los brazos y volveré a vivir.       
 

TERRY

 
 
Cuando caminabas no llevabas la cabeza erguida, sin embargo no era defecto, era nobleza. Dejaste tras de ti, ese trotecillo que te caracterizaba, los triángulos que formaban tus orejas cuando algo llamaba tu atención y ese volverte súbitamente para olfatear con fruición algo que se te había pasado por alto. Aún tengo en mi recuerdo el inconfundible mirar avellana de tus ojos ya cansados.
Buscabas cariño acercándote y pegándote con tu cuerpo grande como tu corazón y sin cansarte de que te acariciaran.
Fuíste abandonado pero encontrado, fuíste muy querido y tú por ello nos diste mucho más a cambio.
Terry, quiero pensar que hay un paraíso para perros y que tú estarás allí, feliz, corriendo por praderas sin fin. Sin embargo aquí te echamos de menos, tu pelo negro y brillante y los coletazos de alegría con que nos recibías siempre. Recuerdo cómo te parabas junto el banco del parque donde te solía cepillar y cómo me lamías la mano cuándo te daba una galleta robada.
Tu dueña decía que eras como un bombón rellenito de amor y agradecimiento. Tú la acompañaste en días que ya serán inolvidables, como tú querido Terry, que estarás para siempre en nuestro corazón y en mi recuerdo.

lunes, 14 de octubre de 2013

Mi futuro es hoy

La luz que nos ilumina es fría, como de metal.
El elevador nos traslada a la plataforma número quince de la estructura. Nunca he estado en esta parte del complejo vertical. Hoy es un TEMPO final destinado para mí; y tambien claro está, para todos aquellos que me acompañan en la enorme carlinga transportadora.
Tengo setenta y cinco, lo que otrora denominábamos años. Mi hijo mayor me acompañó hasta la puerta de embarque según la ordenanza de CIVICA. La última mirada que le dirijo graba en mi mente un rostro en el que no percibo ni un atisbo de emoción alguna.
Durante años he tratado de conservar mis recuerdos, creo que soy de los pocos que lo ha conseguido, pero como no nos está permitido, quizá no haya nadie mas que recuerde, o quizá si, ¡Quién sabe!
Los recuerdos han sido para mí una tabla de salvación en el convulso mar que nos rodea. En aquella juventud, mis padres se lamentaban de cómo los acontecimientos de entonces se sucedían de una forma cada vez mas vertiginosa y sin que nada ni nadie pudiera impedirlo. Vagamente vienen a mi memoria sus advertencias sobre la influencia de las proclamas cada vez mas insistentes con las que nos taladraban desde los medios de comunicación de entonces. Yo me reía. ¿Como es posible que hoy apenas sea capaz de esbozar una mueca?
Recuerdo aquellos dirigentes que tomaban decisiones cada vez mas lesivas para los que les habían elegido. Todos nos creíamos que eran mediocres y poco preparados para gobernar, pero cuando nos organizábamos para manifestarnos y protestar, algo hipnótico e inexplicable se apoderaba de nosotros y nos despojaba del ímpetu que nos había movilizado. Mansamente regresábamos a nuestros hogares. El mal ya se había apoderado de nosotros durante años. Nuestras mentes se encontraban en un proceso imparable de limitación a todo lo que no fuera establecido por aquél orden nuevo y destructor.
El elevador se detuvo tras la emisión del mensaje mecánico. Ya habíamos llegado a nuestro destino. Nos colocamos en fila de a dos, según lo ordenado de nuevo por aquella voz monocorde que nos daba las instrucciones desde un lugar desconocido.
-¡Atiendan las instrucciones! ¡No abandonen la fila! ¡Miren siempre al frente!
¿Crisis? !Si, claro, esa era la palabra que se resistía a mi memoria!. ¡Que estafa! En un corto espacio de tiempo se acabó con todo lo que unas generaciones de seres habían conseguido. Las antiguas guerras habían dado paso a una ingeniería financiera creada para someter de una forma mas sibilina pero también mas destructiva,a una serie de paises primero,que se convirtieron en generadores de un nuevo rango de esclavitud intermedia. Entre ellos me encontraba yo.
 Los esclavos inferiores no tenían ni pais ni tierra. Durante años pugnaban por alcanzar otros destinos que les deparaban una tragedia aún mayor. Despues de esto, nos abandonó una de las últimas metas del ser humano, la esperanza. Y a partir de entonces surgió CIVICA. Surgió como una isla formada por un cataclismo tectónico en mitad de un océano.
 CIVICA se ocuparía de todos los desastres que nos amenazaban, nos dirigiría para que el combate fuera efectivo y nos permitiera sobrevivir.
La naturaleza maltratada durante décadas empezó a cobrarse sus tributos y el mar subió de nivel a medida que se derretían los polos. Las más catastróficas predicciones se habían cumplido. Pero CIVICA se organizó en plataformas verticales y eso era todo lo que nos estaba permitido conocer. Los intermedios ocupábamos los niveles del 6 al 12 y ese era nuestro lugar. Todo se nos dictaba mediante instrucciones auditivas y con una obediencia total, no eramos capaces de ninguna negativa. Nuestras necesidades fisiológicas se habían controlado de tal forma con la atrofia de los esfínteres, para que sólo se realizasen cada 20 de los antiguos dias.
Yo tuve la oportunidad de procrear a mis dos hijos antes de la nueva Era Civiquiana. Aún me llega a la memoria retazos de mis relaciones sexuales y sin embargo no noto ninguna sensación placentera. Debe ser a causa del Estado Amocional en el que nos han sumergido durante tanto tiempo.
__ Yo tampoco lo recuerdo.
__¿Cómo?
__ No vuelvas la cara. Nos están observando, espían nuestras reacciones y no vamos a darles ese gusto.
Yo no comprendía nada, supuse que se trataba del hombre que tenía a mi lado el que se dirigía a mí. Me susurraba de tal forma que casi no llegaba a escuchar sus palabras mezcladas con el zumbido de la atmósfera artificial. Era la primera vez que otro ser me hablaba de aquel modo y sin estar dirigido.
__ Lo sé, leo tus pensamientos, tengo ese don, por eso formaba parte de la plataforma de Control de Emociones.
__¿Quién eres, y que quieres?
__Soy otro como tú, ya quedamos pocos, somos los últimos que recordamos. Leo en tí que recuerdas a tus padres, cosas de tu juventud, a tu mujer Sandra, como nacieron tus hijos. ¿Recuerdas algo de lo que estudiábamos entonces? ¿Y tus primeras experiencias amorosas? ¿Como era la vida en tierra firme? ¿Cual es tu Dios?
__ ¿Mi Dios? Eso si que lo había olvidado, pero entonces...¿No es CIVICA?
__ ¡Pues claro que no! ¡Eso es lo que quieren que creamos! Yo no he olvidado a Alá ni al Profeta. Posiblemente tú seas cristiano,¿No lo recuerdas?
__ Si, ahora lo recuerdo. Si, claro. Mi madre me llevaba a la iglesia y allí estaba la Cruz.
Mejor, eso nos ayudará a resistir la espera. Yo soy Alí, bueno soy Rule para CIVICA.
__ Y yo soy Mario, y también Work.
El ruido de las compuertas que se abrían ante nosotros nos apartó de nuestro diálogo inesperado.
__ Diríjanse al salón cromático en el mismo orden.__ volvió a requerir la voz.
La gran sala apenas dejaba ver sus proporciones debido a las intensas luces de brillantes colores que aturdían nuestros ojos. Alí se removió inquieto a mi derecha. Entonces volví la cara hacia él ¿Que podía pasarme? ¿No era éste mi último TEMPO? ¿Qué mas podía depararme este destino final? Alí era lo único que había conseguido despertar emociones olvidadas para mí en aquella breve conversación. Hasta había recordado la palabra felicidad y...espera, tambien aquella...¿Cómo era? ¡Ah si! amistad,¡Que bonita palabra!
 Entonces Alí dijo en voz alta:
__.¡Hermandad! 
El silencio se podía cortar y de pronto me escuché decir...__¡Esperanza! Alguien más dijo:¡Amor!
Yotra voz ¡Cultura! Y así surgió:¡Recordad, recordemos todos, solo así podremos vencerlos! ¡Luchemos, combatamos la tiranía! ¡Acabemos con CIVICA! ¡Nuestros recuerdos serán nuestras armas, compañeros! ¡Libertad, libertad, aún podemos...aún...
La luz cegadora cortó toda posibilidad de movimiento, no podíamos seguir, un destello final ahogó nuestras voces e incineró nuestros recuerdos.
 Aquél era el TEMPO, el del último grupo de recordantes. Su último aliento fué un grito de rebeldía.                                                                                                                                              Después de todo CIVICA tuvo un gesto parecido a la piedad que quizá también estuviera programada. Nunca se sabrá.