miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL FOULARD


A Marta le encantaban los buhos. Los coleccionaba desde que era pequeña, tenía cientos, todos de diversas formas y procedencias.
Yo, había decidido regalarle un día algo especial y me puse en contacto con una tienda en Roma en la que personalizaban pañuelos de seda pintados a mano. Me sugirieron un foulard con la silueta de un buho, apenas esbozado en cada extremo, con el fondo rojo,su color favorito.
- ¡Me encanta cariño, es precioso! me dijo mientras me besaba apretadamente.
Nuestra unión había perdido algo de aquella pasión primera y poco a poco dejaba paso a la costumbre, pero nos queríamos y eso era lo mas estimulante de todo.
Aquel día Marta se fué de compras con una amiga y no volvería hasta la tarde. Estaba preciosa.
El foulard flotaba con vida propia alrededor de su cuello.
Cuando salí de la oficina la llamé para proponerle cenar juntos en un restaurante que nos gustaba mucho. Su móvil estaba desconectado. Le dejé un mensaje y luego llamé a mi socio Carlos que no había podido ir al bufete, para recoger unos documentos importantes de un caso que tenía que resolver al día siguiente.
Cuando le ví, tenía muy mala cara, parecía enfermo.
- ¿Que te pasa, te encuentras mal?
-   Me parece que es gripe. En un par de días estaré bien.
Mientras se fué a recoger los documentos de su despacho, paseé mi mirada por aquél salón que ya conocía y, de repente, algo llamó mi atención. Un trozo de tela roja asomaba en el suelo detrás de un sillón. Antes de recogerlo, algo se encogió dentro de mí, supe lo que era. Lo tomé en mis manos y, aquella pieza exclusiva de tela con aquellos ojos de búho que me miraban como asombrados, me lo dijo todo, todo lo que yo jamás habría sospechado.
- No te preocupes, ella te ama. He intentado retenerla, nuestra breve relación fué un error del que se arrepiente. Yo no, yo la quiero para mí, pero tú eres y serás siempre su amor y por eso, hoy me ha dicho adiós. La sangre se había retirado de mi cuerpo,el mazazo me había dejado sin habla. Cogí el pañuelo y salí. Conduje durante horas sin rumbo. Cuando llegué a casa subí al dormitorio directamente y coloqué el foulard sobre una silla.
- Hola cariño, no te oí llegar.
- Perdona, se me ha hecho tarde en el despacho.
La miré a los ojos y lo que ví en ellos fué tan revelador que, la estreché entre mis brazos. No sé si vió el pañuelo en ese momento o al día siguiente, no me importaba, solo supe que aquello nos había unido definitivamente.

PREFERIRÍA NO HACERLO

             

            Preferiría que nunca nos gobernasen incompetentes con ínfulas de infalibilidad.
           
            Preferiría que no hubiera leyes injustas o aplicadas injustamente.
           
            Preferiría que no hicieran daño a ningún animal por diversión.
            
            Preferiría que no se jugase con la buena fe de la gente humilde.
           
            Preferiría no tener motivos para no creer en los políticos que me gobiernan.

            Preferiría no pensar que alguien no merece mi atención.
           
            Preferiría no tener que arrepentirme por recordar algunos sueños.

            Preferiría que no cundiese el pesimismo que atenaza nuestra sociedad actual.
           
            Preferiría que no hubiera tanta desesperanza provocada por unos pocos..

            Preferiría no hacerlo mal, convencida de que estoy haciéndolo bien.

            Preferiría no ser tan maniática del orden.
           
            Preferiría no ser tan vulnerable.
           
            Preferiría no sobrevivir a mis hijos.

            Preferiría no darme cuenta cuándo no soy querida por alguien que quiero.
           
            Preferiría no escuchar el llanto de dolor de un niño.
           
            Preferiría que no hubiera nadie feliz por hacer a otros desgraciados.
            
            Preferiría que nunca mas haya rencores fraticidas que conduzcan a una guerra.